Comentario
Entre ellos destacaron el tributo indígena, los donativos graciosos y el diezmo. Del primero hemos hablado ya. La corona lo cedió a los encomenderos y lo cobraba únicamente el de los indios puestos en la corona (no encomendados) o de las encomiendas vacantes. Felipe II añadió a éste el llamado requinto, que se fijó en otro 20% del quinto, con destino a sufragar los gastos de la Armada invencible. Se siguió cobrando muchas décadas después de que la Armada fuera destruida. En cuanto al Gracioso Donativo lo pedía la Corona cuando afrontaba apuros económicos ante una situación imprevista. Felipe II lo solicitó por primera vez en 1589 tras el desastre de la Invencible, y Felipe IV en 1625 para formar la Armada de la Mar del Sur, en 1633 para la guerra con Francia y en 1641 para la guerra con Portugal. Peores fueron los donativos siguientes, como el de 1647 para la boda del rey, en 1657 para celebrar el nacimiento del príncipe Felipe Próspero, en 1660 para el matrimonio de la infanta María Teresa, en 1675 para poner casa aparte a la reina madre cuando fue proclamado Carlos II mayor de edad, en 1688 para el segundo matrimonio de Carlos II (con María de Coburgo) y en 1694 para construir el Palacio Real.
En cuanto al diezmo era en realidad los 2/9 del verdadero diezmo. Este último, 10% de toda cosecha, lo pagaba el campesino a la Iglesia y se dividía en cuatro partes: una para el Obispo y otra para los prebendados. Las dos restantes se subdividían en 9 partes, destinándose 4/9 al pago de los curas, 1,5/9 a los hospitales, 1,5/9 a la construcción de iglesias y los 2/9 a la real hacienda (con ellos se dotaban las iglesias y se promovían las misiones), en virtud de concesión papal que databa de 1501.